El Papa León abraza al Oriente cristiano

León XIV quería muy especialmente acoger y abrazar a los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de las iglesias orientales, presentes en Roma providencialmente estos días para celebrar su Jubileo. 

En un cuidado discurso, lleno de afecto, ha manifestado la gran contribución que el Oriente cristiano puede darnos hoy; necesitamos, ha dicho, recuperar el sentido del misterio, tan vivo en sus liturgias; redescubrir el primado de Dios, el valor de la intercesión, de la penitencia, del llanto por los pecados de toda la humanidad. Por todo ello, el Papa ha pedido custodiar la tradición de las iglesias orientales sin diluirlas. 

El Papa ha calificado a estas Iglesias como “martiriales” y ha subrayado que testimonian la esperanza en el abismo de la violencia. 

“Desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde el Líbano hasta Siria, desde Oriente Medio hasta Tigray y el Cáucaso, ¡cuánta violencia!”, ha exclamado León XIV, y les ha recordado que “la paz de Cristo no es el silencio sepulcral después del conflicto, no es el resultado de la opresión, sino un don que mira a las personas y reactiva su vida”. 

Además, se ha comprometido a emplear todos sus esfuerzos para acercar esa paz. También ha dado gracias a los cristianos que perseveran y resisten en sus tierras, siendo más fuertes que la tentación de abandonarlas. Y ha dicho que hay que darles la posibilidad de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. Al final ha pedido a los queridos hermanos y hermanas de Oriente, que sigan brillando por la fe, la esperanza y la caridad, y por nada más. 

El esplendor del Oriente cristiano pide, hoy más que nunca, libertad de toda dependencia mundana y de toda tendencia contraria a la comunión, para ser fieles en la obediencia y en el testimonio evangélicos. Y es que el Papa es también padre y puerto seguro para los cristianos de Oriente, tan necesarios, a veces tan olvidados.