Monumentos y patrimonio cultural en el Camí de Ronda: historia viva entre acantilados, con Chiruca
El Camí de Ronda, a lo largo de la Costa Brava catalana, no es solo una ruta de senderismo espectacular que bordea el mar Mediterráneo; también es un auténtico viaje por siglos de historia, arquitectura y cultura

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Madrid - Publicado el
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El Camí de Ronda, a lo largo de la Costa Brava catalana, no es solo una ruta de senderismo espectacular que bordea el mar Mediterráneo; también es un auténtico viaje por siglos de historia, arquitectura y cultura. A lo largo de sus más de 200 kilómetros, este sendero conecta calas escondidas, acantilados impresionantes y pueblos con encanto, pero también monumentos que narran el pasado de la región, desde restos de torres de defensa hasta ermitas románicas, castillos medievales y villas de pescadores con siglos de tradición.
Recorrer estos caminos exige preparación. Los tramos del Camí de Ronda pueden ser irregulares, con pendientes pronunciadas, escaleras de piedra, suelos arenosos o rocosos. Por eso, caminar con unas buenas botas Chiruca y bastones Chiruca es una decisión fundamental para hacerlo con seguridad. Las botas garantizan tracción y estabilidad, mientras que los bastones proporcionan apoyo en los descensos y alivian las articulaciones.
De Blanes a Tossa de Mar: jardines, fortalezas y torres
El tramo sur del Camí de Ronda comienza en Blanes, donde se puede visitar el Jardí Botànic Marimurtra, uno de los jardines botánicos más espectaculares de Europa. Aunque no es un monumento histórico como tal, sí es una joya natural con más de 4.000 especies y vistas panorámicas al mar.
A medida que se avanza hacia Lloret de Mar, el sendero atraviesa zonas donde se alzan torres de vigilancia que datan de los siglos XVI y XVII. Estas torres se construyeron para proteger la costa de ataques piratas. La Torre de les Alegries, en Lloret, es un buen ejemplo de este tipo de arquitectura defensiva.
En Tossa de Mar, uno de los pueblos más pintorescos del recorrido, se encuentra la Vila Vella, una ciudadela medieval amurallada perfectamente conservada. Subir sus empinadas calles empedradas hasta el castillo de Tossa o la antigua iglesia de Sant Vicenç es una experiencia única, pero también exigente. Aquí, contar con botas Chiruca con buena suela y bastones Chiruca que repartan el esfuerzo, te permitirá disfrutar del patrimonio con mayor estabilidad y sin molestias.
De Sant Feliu de Guíxols a Palamós: monasterios, ermitas y vistas espectaculares
En Sant Feliu de Guíxols, el camino parte junto al monasterio benedictino de Sant Feliu, del siglo X, hoy convertido en museo. Su imponente fachada románica y su historia ligada al desarrollo del municipio hacen de él una parada cultural obligada.
A lo largo del recorrido hacia S’Agaró y Platja d’Aro, el Camí de Ronda muestra su cara más accesible y elegante, bordeando villas novecentistas y pequeños jardines. Sin embargo, al continuar hacia Palamós, el sendero se vuelve más salvaje y natural, con tramos estrechos y pedregosos. El esfuerzo se ve recompensado por lugares como la Ermita de la Mare de Déu de Bell-lloc, escondida entre pinares, y el impresionante castillo de Sant Esteve de Mar, una antigua fortaleza con vistas al Mediterráneo.
La llegada a Palamós permite también una visita al Museo de la Pesca, único en su género en Cataluña, que pone en valor el legado marinero de la región.
En este tramo, las botas Chiruca aseguran un paso firme incluso en los tramos más abruptos, y los bastones Chiruca resultan de gran ayuda para mantener el equilibrio y evitar resbalones.
Calella, Llafranc y Tamariu: arte, faros y cementerios modernistas
El siguiente tramo del Camí de Ronda es uno de los más bellos de toda la Costa Brava. Desde Calella de Palafrugell hasta Tamariu, pasando por Llafranc, el sendero recorre acantilados, calas y pinares que parecen sacados de una postal. Pero además de belleza natural, este tramo guarda monumentos e historia.
Uno de los puntos más emblemáticos es el Far de Sant Sebastià, un faro del siglo XIX situado en un promontorio de 170 metros de altura. A su lado, se encuentra una antigua ermita del siglo XVIII y el yacimiento ibérico de Sant Sebastià de la Guarda, que ofrece una panorámica impresionante de la costa.
Muy cerca, en el cementerio de Llafranc, se pueden observar elementos modernistas que recuerdan la fuerte influencia de esta corriente artística en la burguesía catalana del siglo XIX y XX.
Caminar por esta zona requiere una dosis adicional de atención, ya que los senderos a menudo discurren al borde del acantilado. Aquí, unos buenos bastones Chiruca te dan mayor estabilidad, y las botas Chiruca, con su refuerzo en puntera y talón, protegen de posibles golpes con las piedras del camino.
De Begur a L’Escala: castillos, torres de defensa y ruinas grecorromanas
Al llegar a Begur, el viajero se encuentra con otro de los grandes monumentos del Camí de Ronda: el Castell de Begur, una fortificación medieval del siglo XI que domina todo el litoral. El acceso al castillo implica una subida pronunciada, por lo que es recomendable hacerla bien equipado. Las botas Chiruca amortiguan el impacto del ascenso, mientras que los bastones ayudan a distribuir el esfuerzo.
Desde Begur, el camino sigue hacia Sa Tuna y Aiguablava, pequeñas calas de gran belleza. Más adelante, en L’Estartit, frente al Parque Natural de las Illes Medes, el entorno se vuelve más llano, pero igualmente atractivo en cuanto a historia.
La joya arqueológica del Camí de Ronda se encuentra al llegar a L’Escala, donde se ubican las ruinas de Empúries, el mayor yacimiento grecorromano de Cataluña. Fundada por los griegos en el siglo VI a.C. y más tarde conquistada por los romanos, Empúries ofrece mosaicos, templos, termas y un museo arqueológico excepcional. Pasear entre estas ruinas milenarias es un viaje en el tiempo que merece hacerse con calma y, por supuesto, con un calzado adecuado como el de Chiruca, que protege tus pies incluso sobre los suelos más irregulares.
Conclusión: historia viva, paso seguro
El Camí de Ronda no solo es una ruta escénica para senderistas: es un corredor cultural lleno de historia. A lo largo de sus etapas, los caminantes pueden descubrir castillos medievales, monasterios románicos, yacimientos antiguos y faros centenarios, todo enmarcado por el azul del Mediterráneo y el verde de los pinares.
Sin embargo, para disfrutar plenamente de esta experiencia, la seguridad y la comodidad son fundamentales. Cada monumento está en un entorno distinto: unos en la cima de colinas, otros en valles escondidos o caminos escarpados junto al mar. Por eso, caminar con botas Chiruca y bastones Chiruca es mucho más que una recomendación: es una garantía de disfrutar el recorrido sin riesgos ni lesiones.
Las botas Chiruca ofrecen sujeción, transpirabilidad y una suela diseñada para caminos variables, mientras que los bastones Chiruca se convierten en tus mejores aliados para equilibrar el cuerpo, proteger las articulaciones y avanzar con paso firme.
Porque el Camí de Ronda no solo se recorre con los pies, sino también con la mirada, el corazón... y el equipo adecuado.
Chiruca, y deja huella en tu camino.